FacebookTwitteremailPrint Los mandatarios del PJ reconocen el manejo transparente que hizo la Casa Rosada sobre los fondos coparticipables. Carlos Vladimiro Corach fue una inminencia política de Carlos Menem que manejaba la caja institucional destinada a las provincias. Su truco político se llamaba Aportes del Tesoro Nacional (ATN): si el gobernador de turno apoyaba a Menem, […]
Los mandatarios del PJ reconocen el manejo transparente que hizo la Casa Rosada sobre los fondos coparticipables. Carlos Vladimiro Corach fue una inminencia política de Carlos Menem que manejaba la caja institucional destinada a las provincias. Su truco político se llamaba Aportes del Tesoro Nacional (ATN): si el gobernador de turno apoyaba a Menem, los fondos fluían sin reparos ni control hacia ese aliado peronista.
Carlos Vladimiro Corach fue una inminencia política de Carlos Menem que manejaba la caja institucional destinada a las provincias. Su truco político se llamaba Aportes del Tesoro Nacional (ATN): si el gobernador de turno apoyaba a Menem, los fondos fluían sin reparos ni control hacia ese aliado peronista.
Alberto Fernández ocupó la Jefatura de Gabinete de Néstor Kirchner, y repitió la lógica política de Corach: a los gobernadores amigos, todo. A los enemigos, ni un vaso con agua. Mauricio Macri, como jefe de gobierno porteño, puede revelar mucho al respecto.
Axel Kicillof actuó de ministro de Economía de Cristina Kirchner y heredó el sistema que construyó Corach y perfeccionó Alberto Fernández: solo cooperaba con los mandatarios provinciales que se reclinaban al entrar en Balcarce 50. Juan Schiaretti puede describir con detalle cómo fue maltratado por la administración kirchnerista a través de las finanzas públicas.
Esta lógica de poder diseñada por Menem y perfeccionada durante la gestión del matrimonio Kirchner fue cancelada desde la llegada de Macri a la Casa Rosada. Se trató de una decisión institucional cuestionada por el radicalismo -que había sufrido a Menem, Néstor y Cristina-, y asumida con sorna por los gobernadores justicialistas, que no podían creer que el presidente de Cambiemos abriera la mano en lugar de cerrar el puño y golpear a la oposición.
Sin un extenuante esfuerzo político, los gobernadores Lucía Corpacci (Catamarca), Domingo Peppo, (Chaco), Mariano Arcioni (Chubut), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Gildo Insfran (Formosa), Sergio Zillioto (La Pampa), Sergio Casas (La Rioja), Sergio Uñac (San Juan), Alicia Kirchner (Santa Cruz), Rosana Bertone (Tierra del Fuego) y Juan Manzur (Tucumán) apoyarán la fórmula Fernández y Fernández.
Juan Schiaretti (Córdoba) y Juan Manuel Urtubey (Salta) están al otro lado de la valla, mientras que Alberto Rodríguez Saa (San Luis) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero) son maestros en simular la independencia y saltar de noche para no quedarse afuera. Cuando el rumbo a Balcarce 50 aparezca verosímil, Rodríguez Saa y Zamora estarán en la foto junto a Alberto y Cristina.
Flujo y reflujo
Al iniciar su gestión, Macri solicitó al Ministerio de Economía un informe acerca de las cuentas provinciales. Días más tarde, el Presidente recibió un dossier que exhibía -“por Resultado primario/Ingresos totales por provincia”- cómo estaba la situación de las 23 estados provinciales y la ciudad de Buenos Aires.
Hasta ese momento, no había un registro fidedigno que mostrara los resultados de la gestión económica ejecutada por Kicillof y ordenada por CFK durante sus ocho años en Balcarce 50.
Macri recibió un mapa del país pintado en distintos colores -rojo, rosa, amarillo-, que a su lado tenía un epígrafe que no necesitaba explicación: provincias “con déficit 17, con superávit 7”, decía como si fuera una lápida.
El presidente analizó ese informe con Nicolás Dujovne, ministro de Hacienda, y Rogelio Frigerio, ministro del Interior, y a continuación ordenó que se hiciera lo necesario para terminar con el color rojo y rosa que pintaba la mayoría de las provincias de la Argentina. Frigerio ordenó su agenda y en los últimos 40 meses hizo más de 200 viajes al interior del país.
A diferencia de Menem y la familia Kirchner, el ministro del Interior de Cambiemos no hizo discriminación política. Al contrario, recibió en su propio despacho a Alicia Kirchner y hasta viajó a Santa Cruz para proponer una salida financiera al desastre de caja que aún presenta esa provincia de la Patagonia.
La decisión política de Macri, cumplida por Dujovne y Frigerio, ya muestra sus resultados institucionales. Hace unas semanas, llegó al despacho presidencial el informe 2018 sobre las provincias que se realizó a través del parámetro “resultado primario/ingresos totales por provincia”. En el mapa del país -agregado al dossier- se nota menos preponderancia del color rojo, muy poco color rosa y una fuerte influencia del amarillo, que es el color usado para mostrar provincias casi en equilibrio fiscal.
Macri preguntó al ministro Dujovne la situación de cada estado provincial, repasó el escenario político con Frigerio y después se detuvo en el epígrafe que acompaña al gráfico del país preparado por el Palacio de Hacienda. Ese epígrafe dice para el año 2018: provincias “con déficit 5, con superávit 19”.
El manejo transparente e institucional de los fondos públicos es reconocido por todos los gobernadores peronistas, desde Alicia Kirchner hasta Schiaretti. Y muchos de ellos lamentan -por anticipado- que un eventual triunfo de Fernández y Fernández puede implicar un retroceso en el giro automático de las partidas coparticipables.
Ese lamento político no es una simple especulación: el ex jefe de Gabinete, por orden de Néstor Kirchner, y la ex Presidente, por decisión propia, ya han utilizado los fondos públicos para domesticar a los gobernadores rebeldes o remisos.
Urtubey y Rodríguez Saá, que llegó hasta a la Corte por sus reclamos legales, pueden contar sus visitas a Balcarce 50 y Olivos para pedir por lo que pertenecía por derecho propio a Salta y San Luis.