Pese a que el Gobierno ya comenzó una flexibilización del aislamiento obligatorio, la economía -que ya arrastra dos años de recesión- sufrió un duro golpe en marzo pasado tras haberse paralizado durante un tercio del mes debido a la cuarentena obligatoria.
El Estimador Mensual de la Actividad Económica
(EMAE) de ese mes, según difundió esta tarde el Indec, adelantó una caída
interanual de 11,5% ya desde un muy bajo nivel. Es el peor mes de marzo para la
actividad desde 2002. La baja mensual desestacionalizada fue además de 9,8%, la
mayor caída en este indicador desde abril de 1995. Tras estos números, la
actividad acumula en el año un retroceso de 5,4%.
Tal situación ya había sido prevista por los indicadores
vinculados a la industria, la construcción y el comercio exterior
(importaciones de bienes de capital), entre otros, que mostraron un freno de la
economía. Tanto el Gobierno como los analistas privados ya descuentan que el
dato de abril será peor.
Un informe elaborado por el Centro de Estudios para la Producción
(CEP), publicado ayer por el Ministerio de Desarrollo Productivo, estimó que a
comienzos del año, hasta la llegada de la pandemia al país, la economía
mostraba “señales de reactivación económica”, más bien una
estabilización, de forma heterogénea. Sin embargo, la construcción -sector que
derrama en el resto de la economía- aún anclaba, creen en el oficialismo, un
mayor dinamismo. Esta estabilización venía, según la visión oficial, gracias a
las mejoras en los ingresos de los deciles menos favorecidos de la sociedad que
impulsó el Poder Ejecutivo.
“Los efectos económicos de la pandemia empezaron a
sentirse con fuerza durante marzo en muchos países -entre ellos la Argentina- y
todavía más en abril”, indicó el documento del CEP. Según agrega, el porcentaje
de empresas con una caída mayor al 30% en su facturación real interanual entre
mediados de marzo y abril llegaba al 67% en el sector de Recreación y Cultura;
el mismo porcentaje en Hoteles y Restaurantes; un 57% en la Industria; el 55%
en Transporte y Almacenamiento; 51% en Comercio, y un 46% en la Construcción.
En ese contexto, casi un tercio del total de empresas en la
Argentina (247.000) debieron acogerse al Programa de Asistencia de Emergencia
del Trabajo y la Producción (ATP) para poder pagar parte de los salarios a sus
trabajadores, según Desarrollo Productivo. Justamente, hoy la AFIP informó que
había extendido durante cinco días la inscripción a la nueva etapa del programa
(se prorrogó durante mayo). Los empleadores podrán hacerlo hasta el 26 de mayo.
Sin embargo, este mes comenzó a verse cierta reactivación
gracias a la flexibilización de la cuarentena en varias provincias, incluso en
el ámbito metropolitano. “Todo indica que los cuarenta días comprendidos
entre el 20 de marzo y fines de abril fueron el piso de la actividad económica
y que en mayo gradualmente la producción se está reactivando”, indicó el
CEP. Esta semana, por caso, varias terminales como Volkswagen o Toyota
comenzaron su producción en el Gran Buenos Aires. Lo mismo pasó con Acindar en
La Matanza, entre otras.
Sin embargo, la semana pasada -y ante los dichos de las
autoridades- ya había cundido cierto pánico entre los industriales bonaerenses,
sobre todo, por la posibilidad de que una segunda ola de contagios impulsara al
gobierno de Axel Kicillof a dar marcha atrás y cerrar la actividad económica.
Cerca de Augusto Costa, ministro de Producción bonaerense, estimaban que este
temor era fundado.
Cerca de Kulfas, en tanto, contaron que el Gobierno irá
“calibrando” la situación de acuerdo a lo que vayan mostrando los
datos epidemiológicos. “Vamos a monitorear continuamente. Tenemos planes
de salida desde que comenzó la cuarentena. Ahora se amplían. Si se empeora se
restringirá la circulación. Pero el contagio en la actividad productiva es muy
bajo”, dijeron.
Según el centro de estudios dirigido por el sociólogo Daniel
Schteingart, pero que depende de Matías Kulfas, “el camino a la
normalización” también se puede observar en la creciente demanda de
energía eléctrica en la industria y de combustible (se triplicó este mes).
“Según Cammesa, la demanda energética de las grandes firmas productoras de
materiales para la construcción cayó 93,7% en la semana posterior al 20 de
marzo”, indicó y estimó: “Hoy esa caída, comparada contra la semana
previa a la cuarentena, es del 34,9%”.
Un semáforo de la producción, elaborado por Desarrollo
Productivo, indicaba en rojo a las actividades industriales, principalmente,
entre las que se cuentan la siderurgia, el aluminio, automotriz, minerales no
metálicos, maquinaria y equipo, molienda de oleaginosas, productos textiles,
otros alimentos, pero también al turismo o noches de alojamiento en hoteles.
Mostraban menos golpeadas (en color amarillo) a la refinación
de petróleo, los químicos y la producción de vinos; y sobreviviendo a la
pandemia (aún en verde) a la producción de medicamentos; carne vacuna;
galletitas, pastas y panificados; y agroquímicos. En este reglón aparecían
también otras actividades, como los servicios profesionales que pudieron adecuarse
al teletrabajo, pese a que en el Gobierno admitieron que la caída en la
economía es global, porque -incluso para esos sectores- hay menos clientes y
dificultad para cobrar.
“La actividad económica mostró ligeras expansiones en
octubre y en diciembre del año pasado, dejando el piso de la recesión para el
mes de septiembre 2019. Este contexto de recesión prolongada, es el escenario
base para la fuertísima contracción que trajo la cuarentena por el
Coronavirus”, indicaron Nadín Argañaraz y Bruno Panighel, analistas del
Iaraf en un informe.
“El nivel de producto observado en marzo fue igual al
observado en abril 2007. Sumando la caída potencial de abril se volvería
incluso más atrás en términos de actividad económica”, señalaron y
estimaron: “Es posible una recuperación rápida al salir de la cuarentena
si el tema deuda se soluciona, es clave que el piso se encuentre rápido para
que la recuperación sea lo más rápida posible. En este sentido, difícilmente
haya recuperación en V y es esperable que recién en 2022 se logre recomponer el
nivel de actividad previo a la pandemia”, publicó La Nación.