Para los que creen que en la Argentina es muy difícil hallar certezas, acá va una: pasado mañana empieza el segundo mes de 2021. Inobjetable el dato
Para los que imaginaron que el 31 de diciembre pasado se terminaba un año nefasto, acá va otra: este pinta peor.
Y para los que apostaban a un gobierno decidido, hete aquí la tercera evidencia: Alberto está decidido. Decidido a que no se cumplan sus anuncios, a seguir desdiciéndose las veces que hagan falta. O que se lo exijan.
Dejemos atrás lo que pensaba de Cristina , de Boudou y de Nisman cuando no era presidente ni se le ocurría llegar a serlo. Concentrémonos en un breve lapso. Hagamos un repaso de este primer mes del año.Según Alberto, para enero íbamos a tener cinco millones de vacunas rusas: llegaron 820.000, en cuotas, y no sabemos cuándo vendrán más porque al bravo de Putin se le complicó la producción. Ni qué hablar de cuando CarlitaVizzotti dijo que con una sola dosis estaba bien. Sería como ponerle agua al perfume para que dure más, pero mucho más peligroso, claro. Hay que admitir que ahí Alberto se puso firme: son dos dosis, que terminarán de inocularse un día de estos, más o menos. Eso sí: gobernadores e intendentes y demás funcionarios que no pertenecen a grupos de riesgo ni tienen edad avanzada ni se exponen al virus todos los días ya fueron vacunados. El gobierno de científicos le arrebata el podio al mejor equipo de los últimos 50 años.
Siguiendo con el tema salud, en un mismo día se publicaron dos resoluciones contradictorias en el Boletín Oficial. Por la primera, se autorizaba a las empresas de medicina prepaga a aumentar las cuotas un 7%. Horas después, llegó la contraorden: “Por expresa decisión del señor presidente de la Nación se procede a suspender los incrementos que fueran autorizados”. No se conocieron las razones. Después de todo, el Boletín Oficial no está para dar cuenta del origen de posibles errores y menos si la marcha atrás fue una respuesta a los gritos pelados que se colaban por las ventanas del Instituto Patria.
Es sintomático, pero donde más patina el gobierno de científicos es en salud. En la sede melliza del Gobierno -la de los gritos pelados del párrafo anterior- se gestó el operativo para transformar el sistema sanitario en un modelo integrado de atención pública, privada y de obras sociales, con una autoridad con suficiente poder para manejar los dinerillos de todo ese enjambre prestador. “Con los fondos no”, se rebeló la banda de gremialistas exitosos -ellos, no sus sindicatos- que siempre actúa como telonera de los gobiernos nacionales y populares. Alberto intentó calmarlos diciéndoles que esa idea no estaba en su cabeza. Fue peor.
Lo del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) merece un párrafo especial: que lo ponen, que lo sacan, que lo vuelven a poner, pero que lo sacan porque Alberto había mandado al ministro Guzmán a garantizarle al FMI que se eliminarían planes de ayuda y subsidios, entre otros ajustes para que al Estado le entre el corset sin explotar. ¿Qué dijo el ministro Arroyo ? Que no se descarta la implementación de un nuevo IFE “si hay rebrote y la situación se complica”. OK. Vamos viendo.
Estuvo interesante también el susto que el Gobierno buscó darles a los productores de maíz. Cuando ni siquiera habían pasado dos semanas de que decidiera cerrarles la exportación, les levantaron la medida.
Qué decir de la doble indemnización por despidos, cuyo vencimiento se extendió 90 días, aunque con una trampita: el resarcimiento doble tendrá un tope de 500.000 pesos para la segunda indemnización. O sea: si a usted, amigo trabajador, le corresponde una indemnización de $4 millones, no va a cobrar el doble, sino 4.500.000. Si los papeles cantan, la letra chica aúlla.
Pasando al tema electoral, cada vez son más los gobernadores que le piden a Alberto que se suspendan las PASO de este año, que son carísimas y que sirven para muy poco -vaya novedad-, y que no está bueno gastar tanto en elecciones en época de pandemia. Alberto coincide plenamente con ellos, pero hay un problemita: La Cámpora no, porque ve en esos comicios una gran oportunidad para sumar cargos a los que viene cooptando cada vez que al Presidente se le cae un funcionario. Fue así como el bueno de Alberto habilitó el tema en sesiones extraordinarias del Congreso, pero no piensa mover un dedo para ayudar a conseguir los votos. Los quiero muchachos, pero hasta ahí.
El año pasado, también apoyaba a los intendentes bonaerenses que buscaban derogar la ley que les prohíbe presentarse a un nuevo mandato consecutivo, límite sancionado durante la gestión provincial de Cambiemos. La Cámpora volvió a tocar timbre. Quiere voltear a los barones -con “b” larga, no con “v” de Kicillof- del conurbano que, de tanto echar raíces, están por levantar las baldosas de las veredas de las intendencias.
Y pensar que el año pasado nos llamaba la atención la marcha atrás de Alberto con la intervención a Vicentin.
Volviendo a los datos inobjetables del principio, nos quedan dos por mencionar. Uno es que febrero tiene 28 días, o sea que el Gobierno cuenta con menos oportunidades para andar y desandar. Otro es que el sábado próximo retoma esta columna el querido amigo Carlos Reymundo Roberts. Toda tuya, Carlos. Esto recién empieza.Por: Graciela Guadalupe