Por escasez de fondos, el Enard dio de baja a 33 competidores que iban a viajar a Guayaquil para un torneo grande con miras a Tokio; indignados en las redes, los atletas recurrieron a Santiago Maratea, que consiguió un chárter a un costo mucho menor y el dinero para que fueran todos.
Había sueños y ganas. Había trabajo, convicción y esfuerzos. Eran 50 almas en busca de un lugar en los Juegos Olímpicos de Tokio, en busca de puntos sudamericanos para los mundiales del 2022, para el siguiente ciclo olímpico. En busca de experiencia, de competencia. Pero apenas serán 17 argentinos quienes podrán saborear algo de todo esto en el Sudamericano de atletismo; los restantes 33 vieron este jueves cómo sus posibilidades se frustraron. El ambiente vive una realidad inestable e incierta, y frente al contexto de pandemia producto del brote de coronavirus, los atletas fueron perjudicados.
“Esto nos afecta mucho deportiva y psicológicamente. Estamos todos pasando por un estrés muy grande, sin dormir, angustiados. Pasamos muchos años de esfuerzo, revalidando marcas, aumentando esfuerzos en pos de nuestros objetivos y de un día al otro nos cambió el panorama. Cuando me lo dijeron no paré de llorar, hasta que me di cuenta de que había que salir a alzar la voz y hacernos escuchar”, narra Iara Capurro, lanzadora de disco y de bala
¿Qué sucedió? Un par de cambio de planes que destruyó agendas y anhelos. El campeonato Sudamericano de mayores iba a desarrollarse en Buenos Aires del 14 al 16 de mayo, y la delegación completa iba a estar presente. Estaban quienes irían en busca de su pasaje a Tokio y los que irían a conseguir puntos sudamericanos con miras al próximo año. Otros se proponían marcas específicas, y muchos pretendían competencia y experiencia para seguir desarrollándose. Sin embargo, por el avance de la segunda ola del virus, el Gobierno canceló la localía y tampoco autorizó otra sede en el país. Así fue como varias opciones fueron evaluadas por parte de la Confederación Sudamericana de Atletismo, hasta que finalmente se decidió que Guayaquil se convirtiera en sede los días 29, 30 y 31 de mayo.
Los integrantes de la selección no volvieron a recibir ninguna notificación y continuaron apuntando a su mejor preparación para el Sudamericano. Días más tarde la delegación sufrió algunas bajas; un hecho lógico, dado que cuando se es local los costos de competencia son más bajos, motivo por el cual los anfitriones suelen tener equipos más numeroso que los visitantes. Hasta entonces, la situación era relativamente normal. Pero este jueves todos los atletas integrantes del conjunto nacional fueron llamados a una videorreunión (que en principio estaba pautada para el miércoles y había sido suspendida) para tratar temas del viaje. Y todo estalló.
“Esa noche, en la reunión la Confederación se dio la noticia: viajan 17 atletas de los 50, y dos entrenadores. Dijeron que por una cuestión de presupuesto por parte del Enard; que de su parte hicieron todo lo posible pero fue rechazado. Que el Enard quería pagar apenas ocho pasajes para el Sudamericano, ya que los precios se habían triplicado por el contexto de la pandemia. A todos la noticia nos dejó sorprendidos”, relata Franco Florio para LA NACION.
Fue un baldazo de agua fría. Una decisión que a muchos, más allá de la sorpresa, los indignó. Entienden el contexto económico y la pandemia, pero también que hay formas, que esto es su trabajo y que para muchos este campeonato es mucho más que la posibilidad de ir a Tokio.
Los atletas confirmados por el momento, habilitados por Enard, son Belén Casetta, Germán Chiaraviglio, Joaquín Gómez, Florencia Borelli, Carolina Lozano, Luciana Gómez Iriondo, Guillermo Ruggeri, Mariana Borelli, Diego Lacamoire, Maxi Díaz, Federico Bruno, Ailén Armada, Julián Molina, Ignacio Carballo, José Zabala, Nazareno Sasia y Carlos Layoy, y los entrenadores, Leonardo Malgor y Diego Vicentini.
“Fueron dos días muy largos. Estamos sin dormir, angustiados. La decisión me afectó igual que a todos los atletas, más allá de haber quedado seleccionado. El estrés y la angustia son grandes, por eso tomamos la decisión de salir a hablar y me contacté con Santi Maratea para que nos ayudara”, dice Ignacio Carballo, número uno del ranking nacional en lanzamiento de bala. Maratea no es otra cosa que un influencer.
Muchos de los atletas argentinos reciben becas del Enard; otros, no. En cada Sudamericano los que las perciben deben reafirmar su derecho con una medalla, y los que no tienen una beca deben subir al podio, para acceder a ella.
“El torneo va mucho más allá de Tokio. Da puntos para los mundiales [habrá dos el próximo año], para la clasificación para los próximos Juegos, y hace a la preparación del ciclo olímpico rumbo a París 2024. Hay muchos atletas que estamos entrenándonos que no tenemos becas, o que recibimos unas muy escasas en sus montos. Un deportista de alto rendimiento no puede seguir creciendo sin una beca; para conseguirla el requisito por parte del Enard es conseguir una medalla en un Sudamericano, y no están dejándonos ir. Están cortando el presente y el futuro del atletismo. No es que salieron a decir ‘bueno, no viajan, pero de ahora en más los requisitos para alcanzar una beca en el atletismo son éste y éste’. No. No pensaron en las consecuencias de todo esto”, apunta Florio, que iba a viajar para competir en los 100 metros.
Desde el Enard rechazaron realizar declaraciones al respecto. El ente fue creado bajo una figura de apoyo público y privado y se financiaba por medio del 1% del pago de cada factura de telefonía móvil en el territorio nacional, pero luego ese impuesto fue quitado y ahora el Enard es financiado solamente por el Estado. Su presupuesto, destinado a respaldar el deporte argentino de alto rendimiento, se vio acotado drásticamente.
Todos para uno, en busca de un cambio
Luego de la noticia que los dejó insomnes, los atletas decidieron salir a expresarse, a pedir ayuda, a hacerse oír. Fueron tanto los convocados como los desplazados, que mediante las redes sociales y el contacto con la prensa alzaron su voz en busca de un cambio. Pero no fue sino hasta que Ignacio Carballo, uno de los 17 atletas seleccionados para viajar, se contactó con Santiago Maratea, el influencer, que algo cambió.
“En 17 de años de atleta JAMÁS me sentí tan manoseada por el Enard si les dan miedo los MEDIOS acá tienen , SON UNA LACRA”, escribió la velocista Florencia Lamboglia.
“Ayer dieron la noticia… Todos conectados por Zoom, a las 21 nos informan quienes van al Sudamericano y quiénes no. Muchos se fueron a preparar a Cachi (pueblo salteño), otros lo dieron todo en su ciudad!! para clasificar a los Juegos Olímpicos es por mínima o por puntos… El Sudamericano es uno de los torneos más importantes con respecto al tema puntaje. A muchos les quitaron el sueño de poder representar a la Argentina en Tokio”, clamó en las redes Belén Casetta, especialista en los 3000 metros con obstáculos.
“Me quedaría sin chance alguna de conseguir los últimos puntos para estar en Tokio. Sólo eso pido, que me dejen ganar mi lugar en los JJOO, como siempre lo hice: marchando”, apuntó Juan Manuel Cano en Twitter. “A una semana del Sudamericano, el Enard nos baja 35 atletas quitándonos la posibilidad de Tokio, becas y mundiales. Hay sueños, trabajo, esfuerzos personales por los que nadie piensa pero hoy decimos basta”, dice una leyenda publicada por los atletas.
Y durante la tarde del viernes Maratea tomó la voz de mando. Comenzó a hablar de la causa y logró un cambio: por la noche había logrado bajar el costo del vuelo chárter y conseguido señar el alquiler para los 70 miembros de la delegación. Pese a los conflictos legales (y sobre quién debía firmar el contrato), el joven asumió la gestión y aseguró el avión para el viaje.
“Hoy el Enard dice que tiene 19 pasajes, que son 66.500 dólares. La CADA [Confederación Argentina de Atletismo], para llevarnos a los 50 atletas averiguó por un vuelo chárter que en su momento estaba 160.000 dólares. Maratea consiguió un precio mucho más accesible para un vuelo chárter [US$ 99.000]; ahora hay que conseguir los fondos”, explica y se ilusiona Florio.
¿Cómo lo hizo el influencer? Fue a la aerolínea para firmar la reserva y comenzó una colecta de donaciones por medio de la cuenta bancaria de una de las atletas referentes, Lamboglia. Maratea pedía apenas 22 pesos a cada uno de sus seguidores, que son 1.400.000, y en menos de una hora recoletó un millón de pesos. Al poco tiempo el número era de 2.500.000 pesos y tras esta medianoche del viernes al sábado seguía en ascenso. El minuto por minuto de la gestión está disponible en las historias del influencer, que sin más intención que la de ayudar a los atletas.
En definitiva, Maratea no sólo logró un precio mucho más bajo por el vuelo, sino en poquísimo tiempo alcanzó una gran ayuda económica. La revolución en las redes sonó fuerte y a las lágrimas, la impotencia y los sueños truncos de 33 atletas los sucede una esperanza nacida de donde no se aguardaba. Un influencer obtuvo lo que el Estado no consiguió.