Promovió la educación para todos, destacando a la mujer como sujeto de derecho, y defendió la escuela gratuita y obligatoria
Manuel Belgrano fue un adelantado, no sólo en su discurso, sino también en sus acciones; promovió la educación para todos y todas, destacando a la mujer como sujeto de derecho, y defendió la escuela gratuita y obligatoria. Si bien hay que enmarcarlo en la época en la que lo propuso, un tanto diferente al contexto actual, su mirada fue innovadora.
Consideraba que la economía y la educación son dos grandes valores que hay que conocer muy bien para construir una Nación, cuya formación era a través de la educación, la industria y el comercio.
Belgrano creía que uno de los principales medios para mejorar las condiciones de vida de los sectores más postergados era crear escuelas gratuitas, y amplió la visión acerca de los nuevos sujetos pedagógicos; sostenía que todos debían acceder a la educación: las mujeres, los desposeídos, los indios, los huérfanos y los pobres.
En la Memoria Consular de 1796 preconizaba la creación de una escuela de dibujo, porque sería útil para las diversas ramas de las artes manuales. Se abrió en 1799, pero fue cerrada cinco años después por ser considerada de lujo. Decía que el teólogo, el ministro y el abogado necesitarían el conocimiento del dibujo, pues mientras a unos les facilitaría el estudio de la geografía y el manejo del mapa y el compás, a los otros les serviría para comprender los “planos iconográficos y agrimensores de las casas, terrenos y sembrados que presentan los litigantes en los pleitos”; los médicos tendrían mayor facilidad para estudiar detenidamente las partes del cuerpo humano que figuraban en las láminas de los tratados de anatomía, y hasta las propias mujeres para el mejor desempeño de sus labores. La escuela incluyó geometría, arquitectura, perspectiva y todas las demás clases de dibujo.
Asimismo, valoró al maestro por su función social y se ocupó de la formación de distintas profesiones desde la interdisciplinariedad. Es interesante la consideración del docente, “el maestro, en todos los actos públicos o patrios, tiene que estar al lado de la máxima autoridad y se lo debe de considerar un Padre de la Patria porque es el que enseña, es el que transmite los valores a los futuros ciudadanos que serán futuros gobernantes, empresarios”.
Por el triunfo de la batalla Salta, la Asamblea del año XIII le otorgó a Belgrano 40.000 pesos oro, quien quiso destinar ese monto para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras en las que se enseñara a leer y a escribir, la doctrina cristiana, y los primeros rudimentos y obligaciones del hombre en sociedad.
En cuanto a la mujer, Belgrano decía que es la primera que debe tener un gran rol social y derecho a la educación, la consideraba como la primera persona que instruye a los chicos, que son el futuro de cualquier Nación. Incluso, consultó obras de humanistas españoles en las que se indicaba que las niñas debían aprender letras, a hilar y a labrar, que son ejercicios muy honestos.
Cuando estuvo en Rosario, el rol de una mujer fue sumamente importante. No se sabe, en función a la documentación existente, si Belgrano se alojó en una de esas tiendas del campamento o en la casa de Catalina Echevarría de Vidal, hermana de su amigo Vicente Echevarría, quien participó en el Cabildo Abierto de 1810 que derrocó al virrey. Ella, a sus 30 años, era una de las principales señoras del poblado y fue parte directa en el acto del 27 de febrero de 1812. A través de Catalina se recuerda a las cientos de mujeres que durante esos días cooperaron con la causa y el aprovisionamiento de las tropas y la confección de las escarapelas y la bandera.
El legado de Belgrano sigue vigente: su honradez, su altruismo y sus convicciones ya son parte de una historia que nos convoca a la construcción de una ciudadanía más comprometida.
Por
Doctora en Ciencias de la Educación (Universidad Nacional de Rosario) y profesora de Filosofía