Consternación en la provincia por el fallecimiento del sacerdote Luis But Toller

Consternación en la provincia por el fallecimiento del sacerdote Luis But Toller

El sacerdote Luis Antonio But Toller, quien dedicó gran parte de su vida al servicio pastoral, falleció a los 91 años. Su legado se mantendrá gracias a su labor como párroco en la parroquia Santa Elena, donde sirvió durante 17 años, desde 1983 hasta 2000. También dejó su impronta en comunidades como Hernandarias y Feliciano, entre otras.

Desde 2004, era el párroco de la iglesia San José de la localidad de O´Higgins, provincia de Buenos Aires.

La noticia de su fallecimiento ha generado un profundo dolor entre los fieles, quienes han compartido mensajes de despedida en las redes sociales. El sacerdote But Toller será recordado por su dedicación y amor hacia la comunidad, dejando un legado que perdurará en los corazones de quienes lo conocieron.

El sacerdote But Toller junto a familiares

El padre Luis Antonio But Toller nació el 10 de octubre de 1933 en la ciudad de Federación. Fue bautizado de niño y ordenado sacerdote, el 13 de diciembre de 1959, en la Iglesia de esa localidad, que luego fue totalmente destruida debido a la construcción de la represa de Salto Grande sobre el río Uruguay.

Hizo sus estudios en el seminario de Paraná y ejerció el ministerio sacerdotal durante 45 años en varias parroquias de la arquidiócesis, promoviendo escuelas, colegios y el cuidado de los niños en general.

Padre Luis But Toller bendice a sus padres, Luisa y But

Su primera parroquia fue en Villa Hernandarias, donde fundó la Agrupación Scout para los niños y se creó la primera escuela de capacitación laboral para jóvenes y adultos llamada Escuela de Capacitación Técnica Juan XXIII.

En una nota periodística en 2023, se recordó que estando animado espiritualmente por el Movimiento de los Focolares, en ocasión de una reunión en Italia, tomó contacto con la parroquia de Adliswil (Suiza). Esta comunidad asumió el compromiso de colaborar con las parroquias más necesitadas de Feliciano y de Santa Elena, donde además se debía construir una nueva Iglesia.

“Si ustedes se ayudan nosotros trataremos de ayudarlos”, fue la consigna. La comunidad de Santa Elena se puso en marcha, y unos 700 obreros del frigorífico local donaron el 1 por ciento de sus sueldos (el diezmo del diezmo) durante cinco años. De ese manera, se pudo concretar la construcción del nuevo templo en el corazon de la localidad.

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