El 30 de septiembre, en las Efemérides Federaense, se recuerda el acontecimiento que Dora Arias, escritora y fotógrafa federaense, denominó el “Día de la Anunciación”.
Para comprender la importancia de este momento histórico, debemos remontarnos a 1974, año en que se realiza el plebiscito para la elección del espacio donde se ubicaría la Nueva Federación, saliendo electo “La Virgen”, en el mismo año comienza la construcción de la represa Salto Grande. La obra de una nueva ciudad era imperiosa ya que la vieja ciudad iba a quedar inundada por el embalse.
En marzo de 1976 se produce el golpe de estado y con ello la incertidumbre de la construcción de la ciudad. Se decía en el pueblo, que el gobierno de facto había dado marcha atrás con la construcción y que los pobladores iban a ser indemnizados y debían buscar por sí mismos su nuevo lugar de residencia. Es así que un grupo de vecinos integrados por miembros del Centro de Industria y Comercio y de la comisión Pro Defensa de los Intereses de Federación, consiguen una entrevista con el ministro del interior de la Nación Albano Harguindeguy para pedirle que la Nueva Ciudad se realice. No había forma de comunicación en el pueblo, existían unos pocos teléfonos privados, es así que acordaron con el cura párroco que si el resultado de la entrevista era exitosa, se lo comunicarían y el padre Viola haría redoblar las campanas de la iglesia para que el pueblo se entere. Es así que el 30 de septiembre a la 1.10 del mediodía, Dora Arias bautizó en “Hablando con mis recuerdos” el “Día de la Anunciación”
Hablando con mis recuerdos
A unos años de este día, que bautizo de la “Anunciación”, siempre viviré el momento de fastuosidad de todo un pueblo que unido, rompió las cadenas de la incertidumbre que lo tenía aprisionado y se volcó a la calle en loca algarabía.
Vivíamos la primera hora de la tarde del jueves 30 de septiembre de 1976. Todo era tranquilidad dentro de la pasiva ciudad, que a ritmo normal desarrollaba sus tareas habituales. Las calles como siempre a esa hora, llenas de guardapolvos blancos, se veían inundadas de escolares que concurrían a su templo del saber. Algunos empleados, ya finalizadas sus horas de trabajo, regresaban a sus casa para reintegrarse a la vida hogareña. Día resplandeciente de primavera, al cual se asociaron la benignidad del clima, la luminosidad del cielo y la magnificencia de la naturaleza, para hacerlo mas hermoso todavía.
Circulaba por una de esas arterias tan queridas de mi pueblo, camino a una oficina, donde por razones de trabajo fue requerida mi presencia, a efectos de estampar recuerdos para la POSTERIDAD.
De pronto… un sonar alocado de campanas que echadas a vuelo con todo el ímpetu de sus dulces tañidos, nos despertó de la modorra del momento y en su elocuente lenguaje nos transmitió la hermosa noticia, tan ansiada por todos los habitantes de Federación.
¡FEDERACIÓN, será… FEDERACION, se hará!
Tal cual la copa del cristalino espumante se derrama, así se derramó de nuestros corazones ese regocijo hasta entonces reprimido.
Toda la ciudad era un solo ser; como un maremagnum, los alumnos de nuestra escuela secundaria, a punto de iniciar sus tareas, se volcaron a la calle y como bandada de blancas palomas, en este día de primavera se lanzaron a volar, guiadas por la fe que sus almas alentaba hacia una sola dirección. Su meta, la Gruta de Lourdes, distante a solo 5 kilómetros de la ciudad, que fueron recorridos a pie. Primera intención: agradecer a la providencia tan magnánima y justa decisión de nuestros gobernantes, que sabrán devolvernos otra ciudad, en cambio de esta, que cuenta con un rico pasado histórico y que será por designio oficial, arrasada por las aguas de un enorme lago, en cuyo lecho deambularan por la eternidad de nuestros días, las almas de quienes han habitado su predio.
¡Todo sea a favor del progreso, dado por la gran represa de Salto Grande, que a manos llenas repartirá!
Una explosión de contenida algarabía se expandió rápidamente y cubrió inauditas dimensiones, que no pudieron ser contenidas en todo el ámbito ciudadano, fue recorriendo las carreteras adyacentes. Innumerables automóviles repletos parecían contagiados por el júbilo de sus ocupantes y llevaron hasta los poblados de Santa Ana, de Villa del Rosario y de Chajarí la alegría que bullía en los corazones de un pueblo entero, al saberse dueño de un nuevo destino, de una nueva ciudad, de la “Ciudad del Futuro”.
Todo esto vivido en el instante mismo de la “Anunciación”, todo lo que dejo escrito y que será una página más de la historia de mi vieja ciudad, quedará como luz encendida entre: “mis recuerdos y tu Federación del pasado…”
DORA BRUN de ARIAS
Aparecido en revista NOSOTROS 1976