Aguinaldo en crisis: lejos de inversiones o ahorro, este año cubrirá el “hueco” para llegar a fin de mes

Aguinaldo en crisis: lejos de inversiones o ahorro, este año cubrirá el “hueco” para llegar a fin de mes

Millones de argentinos esperan el medio “salario” con ansias, pero no necesariamente para destinarlo a inversiones más sofisticadas.

“Con este aguinaldo me voy de vacaciones”, se escuchaba no hace mucho. Lejos quedaron esos tiempos en los que el medio salario que se paga cada seis meses servía para darse gustos grandes o, incluso, para ahorrar y hacer inversiones. El monto ya no alcanza para demasiado en tiempos de inflación de tres dígitos, inestabilidad económica y cepo recargado al dólar.

Millones de argentinos esperan el aguinaldo con ansias, pero no necesariamente para hacer inversiones más sofisticadas como acciones de empresas, sino para stockearse de productos para cubrirse contra la inflación o incluso para saldar deudas, entre otros destinos.

En 2022, según datos del Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), solamente uno de cada 10 argentinos podía ahorrar. El porcentaje exacto es del 9,6%, mientras en 2011 era del 15,9%.

Aun en los niveles socioeconómicos más altos, que deberían ser más o menos coincidentes con los que reciben el aguinaldo -porqueson los trabajadores formales, el porcentaje de “ahorradores” asciende apenas al 31,5%. En otras palabras, solamente un tercio de la “punta” de la pirámide puede acumular riqueza.

En ese sentido, en abril pasado la consultora Taquion midió la capacidad de ahorro de los argentinos. Solamente un 12,1% respondía que llegaba a fin de mes y ahorraba parte de su sueldo. También consultaron qué hacían con el dinero que les “sobraba” una vez que pagaban gastos esenciales: un 51,26% directamente dijo que no le sobra dinero; un 22,36%, que paga deudas y solamente un 15% lo ahorra.

El trabajador formal está más protegido de la inflación por las paritarias, pero con niveles de inflación superiores al 8%, en cuestión de dos meses quizás pierden un 20% de su capacidad de compra: la negociación llega tarde y, en general, no recupera”, señala Eduardo Donza, investigador del ODSA.

Sigue: “Se dice que el ahorro es el ‘consumo postergado’pero ese consumo ya está de por sí postergado. Se consume porque no vale la pena que se ahorre. ‘¿Para qué lo voy a ahorrar si el ajuste no me alcanza para cubrir el aumento del costo a futuro?’, es la pregunta. Además, no se puede llegar a un nivel de ahorro tan importante como para poder comprar algo significativo, como un auto o incluso un monopatín eléctrico”.

Explica que, en este contextoel aguinaldo ya no es más un monto significativo en la vida de los argentinos sino “un monto como para vivir tranquilo un mes”, una especie de complemento. “Nos va a servir para pasar el mes no tan mal, cuando antes se decía ‘con el aguinaldo me voy de vacaciones’”, apunta Donza.

El destino del aguinaldo, entonces, muy probablemente no sea la inversión ni el ahorro, sino el pago de deudas, de consumo postergado y quizás para algún que otro “gustito”: esos que incluso señalan desde el Gobierno cuando hablan de “restaurantes llenos” a pesar de la crisis.

“Los hábitos de gasto e inversión en la Argentina de 2023, si bien sorprenden a muchos, no son una novedad si hacemos correctamente una retrospectiva histórica. Los destinos de ahorro de primer orden son mayoritariamente prohibitivos dado el contexto”, señala el economista y especialista en finanzas personales Martín Leal.

En ese sentido,la vivienda y los autos están inaccesibles por la relación precios/salarios (“que se encuentra en máximos históricos”, añade Leal) o por las elevadas tasas de interés que complican el financiamiento. Incluso hay razones de desabastecimiento, como en el caso de los vehículos.

“Los destinos de segundo orden, ante tal situación, son los que se imponen. Viajes, espectáculos, y gastronomía. Este no es un patrón novedoso en absoluto: estas ‘fiebres de consumo’ en gasto corriente también fueron características décadas atrás en la historia argentina. La primera, previo al Rodrigazo de 1975, la segunda, a fines de los 80s, previo a la hiperinflación. La génesis de los tres períodos es similar: abundancia de pesos, alta inflación (superior al 100% mensual), represión financiera, inexistencia de crédito a largo plazo y múltiples variantes de tipo de cambio”, agrega.

En ese orden, Fernando Moiguer, de la consultora Moiguer y Asociados, señala que, según datos de su firma, el 46% de la clase media cobra “al día”, es decir, le pagan por los días que trabaja y por lo que no, no recibe dinero. “La gente está en modo sobreviviente: no tiene sentido ahorrar y ni siquiera en dólares, porque terminan siendo muy pocos; la gente dice ‘no tengo un mango, y cuando lo tengo, lo gasto, porque mañana no va a haber’”, describe.

Apunta que es una combinación de factores: no es solamente el contexto de “no acumulación” de la Argentina, sino también cómo se ordenó el mundo luego de la pandemia. “Hay algo que le pasó al mundo en la pospandemia; una especie de festejo por estar vivo”, concluye Moiguer.

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