El Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras arrancó con un cese de tareas para visibilizar el valor del trabajo de las mujeres y disidencias. Siguió con una movilización hacia el Congreso. Esta vez la consigna fue “libres, vivas y desendeudadas nos queremos: aborto legal, ya”, y se resaltó que “la deuda es con nosotras, ni con el FMI ni con la Iglesia”. Las movilizaciones se realizaron a lo largo y ancho de todo el País.
El día arrancó con un “Paro Internacional Feminista Productivo y Reproductivo”, una iniciativa que hace cuatro años consecutivos recorre el mundo. La idea detrás de la huelga feminista fue ausentarse de las tareas cotidianas durante toda la jornada para visibilizar, entre otras cosas, el trabajo no pago que recae mayormente en las mujeres. Después, y en el marco del “Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras”, una multitud marchó por Avenida de mayo hacia el Congreso de la Nación con varias consignas como bandera: “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos”.
″Las encontradas” pusieron como punto de encuentro la intersección entre Rivadavia y Cerrito. Son mujeres que tenían ganas de salir a marchar pero no querían hacerlo solas y siguieron la invitación de la activista feminista Florencia Freijó. “No están solas, estamos desencontradas”, escribió Freijó en Twitter y logró unirlas. Una de ellas es Gabriela Ovejero, que tiene 33 años y dos hijos de 16 y 9 años. Tenía ganas de venir a la marcha -cuenta a Infobae- como hizo en junio durante el último #NiUnaMenos y en las vigilias por la ley de aborto legal, pero esta vez sus amigas no podían acompañarla.
Gabriela estudia medicina y es ama de casa. Con el tiempo, cuenta, fue perdiendo la culpa: “En otro momento de mi vida no hubiera venido a la marcha para no dejar solos a los chicos o para cumplir con las cosas de la casa”, cuenta. Ornella Dell Arciprete tiene 32 años y es docente de nivel inicial, “una profesión donde abundan las mujeres”, recuerda. “Parte de nuestra cultura le inculcó a la mujer el rol de cuidadora. Recién ahora se están incorporando algunos docentes hombres”. Habla de un “despertar”, de que está cansada de agachar la cabeza cuando le gritan “piropos” en la calle: “Es acoso”, sostiene. “Si estoy acá también es por mis alumnas: quiero un futuro mejor para ellas”.
Fernanda vino con sus hijas, Juliana (16) e Isabella Bracamonte (12). Fernanda es correctora de textos, por lo que su trabajo es free lance, desde su casa. Y habla del trabajo invisible que recae mayormente en las mujeres: “Cuesta mucho separar las tareas domésticas del trabajo. Estoy trabajando y paro a poner la ropa en el lavarropas, les hago la comida a mis hijas. Todo el tiempo el trabajo formal se ve interrumpido por las labores domésticas”, y habla del trabajo que no se ve y agranda la brecha salarial entre hombres y mujeres.
Ángeles Fernández tiene 27 años, es psicoterapeuta y maestra integradora. Dice que desde hace unos años empezó a revisar situaciones que vivió durante su adolescencia y entendió todas las veces que fue víctima de acoso, en la calle, en boliches. “Me molesta salir a correr y que me griten cosas. ¿Cual es el fin?”. También habla de lo que sucede hoy en su pueblo, Ingeniero Luigi, de 5.000 habitantes, en La Pampa: “En el barrio donde vive mi mejor amiga hay tres violadores. Cada vez que voy a visitarla me tienen que llevar y traer mis padres”.
Custodiadas por mujeres policías de la Ciudad de Buenos Aires, volvieron a alzar la voz. “Vivas”, fue la primera parte de la consigna, y no fue casual. A casi 5 años de la primera marcha #NiUnaMenos (se cumplirán este junio) los femicidios no disminuyeron. Al contrario: de aquel “una mujer es asesinada por día en manos de la violencia machista” se pasó a las cifras actuales: una mujer fue asesinada cada 12 horas en los primeros días de marzo. Ayer mismo, mientras en el mundo hacían eco los reclamos por el #8M, en Paraná encontraron el cuerpo de Fátima Acevedo, una joven de 25 años que había denunciado varias veces a su ex pareja y padre de su hijo.
“Si los varones quieren parar, que nos paren de matar”, se leyó esta tarde en las pancartas. “En 2020 hay más femicidios que días” #VivasNosQueremos, “Quiero vivir no resistir”.
“Se cuidan, se cuidan los machistas: América latina va a ser toda feminista”, cantaron a su paso mujeres cis y trans, travestis, lesbianas, bisexuales, no binaries, gordes, intersex, y muchas otras identidades. “Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América latina”, repitieron a coro. La referencia a la viralización de las luchas de los feminismos argentinos al resto de la región no fue casual.
La marcha más masiva ocurrió el domingo en Chile, donde los cálculos extraoficiales cifraron en medio millón las mujeres que salieron a las calles tras el estallido social. También en el país vecino reclamaron por el fin de la violencia machista, llevaron pañuelos verdes en favor del aborto libre o de color violeta, con la consigna “NiUnaMenos”. Fue precisamente en Chile en donde nació el himno de “Las tesis” -”Un violador en tu camino”- que recorrió el mundo y también tuvo su versión con la letra adaptada a las demandas argentinas.
Agostina Palou tiene 22 años y carga a su hija Juana, de 2. Ella lleva un pañuelo verde en la muñeca, su nena uno violeta en el cuello. La trajo “porque no tenía con quien dejarla”. “Mientras más crece, más se complica”, dice. Agostina es madre joven y soltera. Tiene pintado con glitter violeta el símbolo de la mujer en el cachete derecho. Dice que muchas veces le cuesta que su familia, incluso el padre de la hija, acepten la forma de crianza que quiere darle. “Sin etiquetas y libre de prejuicios. Por eso hago hincapié en la forma en que le hablo y las palabras que uso. Jamás le digo princesa. El otro día me dijo que quería jugar a ser doctora. Algo bien debo estar haciendo”, dice orgullosa.
El pañuelo verde que Agostina llevaba en la muñeca se debe, precisamente, a que el reclamo para que el aborto legal se convierta en ley fue otro de los ejes de la movilización. “Aborto legal, en el hospital”, cantaron, como en cada pañuelazo. Analía B. fue a la marcha junto a dos amigas. Se pintó la cara de verde y alzó un cartel: “Lucharemos hasta que maternar sea una decisión y no una obligación”, decía.
En diálogo con Infobae, contó: “Hace tres años, cuando todavía era estudiante, quedé embarazada. No tenía trabajo ni una situación estable, y aborté de manera clandestina. Pude haber muerto”, concluye, y muestra su brazo, que acaba de reaccionar a sus palabras: piel de gallina. Ahora es madre de una beba de 8 meses, una maternidad que sí eligió cuando su situación de vida cambió.
Agostina y todo el movimiento de mujeres y disidencias está a la espera de conoce el proyecto propio que presentará el gobierno esta semana. “Hoy me hice un Evatest, ay que cagada dio positivo, yo no lo quiero tener, este es mi cuerpo y yo decido. Aborto sí, libre legal y ni una presa más por abortar”, cantaron las chicas de bachillerato 19 de diciembre de San Martín.
No todas pudieron faltar a sus trabajos pero adhirieron a la huelga de otras maneras. María Benavidez, 49 años, vino a la marcha con Débora Dias, su compañera de trabajo. Ambas son trabajadoras sociales del Hospital Durand y para hoy organizaron con la Comisión de Género una actividad especial: “Un museo de la deconstrucción”, explicaron, donde fueron mostrando las relaciones de poder y las violencias en las relaciones representadas en obras de arte reconocidas.